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Municipio Romano de Allon

Municipio Romano de Allon

La Vila Joiosa es historia. La Vila posee una colección única de piezas arqueológicas que escriben la historia de la ciudad a través de los pueblos que han ocupado este bello lugar a orillas del Mediterráneo. Fenicios, griegos, etruscos, íberos y romanos se asentaron aquí y dejaron sus huellas. El subsuelo las ha resguardado durante miles de años y poco a poco van despertando de su descanso para ser testimonio de la riqueza histórica de la ciudad.

En Vilamuseu podemos contemplar piezas únicas de una importancia extraordinaria de todas las épocas y civilizaciones, pero quizás la época romana es la que más ‘sorpresas’ ha deparado.

Un velero mercante de 30 metros de eslora cargado de lingotes de plomo propiedad de Nerón, unas termas públicas imperiales de grandes dimensiones, una trinchera (Fossa Fastigata) que delimitaba un campamento militar de 500 soldados de las Guerras Sertorianas, la torre funeraria mejor conservada de la península, restos de una fábrica de útiles de pesca del siglo I a.C. son algunos de los hallazgos más significativos que demuestran la importancia y auge de Allon cuando el año 74 d.C. fue declarado como municipium romano por el Emperador Vespaciano. Pero además los fondos de Vilamuseu albergan miles de objetos de la época romana de La Vila Joiosa, como una stylus de hueso (el boli ‘bic’ de la época), un sonajero de bronce con el rostro del Dios Somnus, monedas, ajuares…

Termas

En 2006 se descubrieron en La Vila Joiosa las Termas públicas imperiales del municipium romano de Allon construidas a finales del siglo I d.C, época en la que se levantaba el Coliseo de Roma o el Vesubio arrasaba Pompeya. Las Termas además se han encontrado en muy buenas condiciones y de hecho son una de las obras civiles romanas mejor conservadas de la Comunitat Valenciana.

Las Termas públicas Imperiales de Allon además de las habituales piscinas frías y calientes, salas de masaje y saunas, también contaba con espacios abiertos al aire libre con vistas al río para hacer gimnasia. En la entrada, donde se cobraba el acceso, pudo haber un bar y una calle, con aceras de piedra, llenas de ‘tiendas’ a modo de zona comercial.

Además, atendiendo a su grandiosidad y ubicación en el centro de la ciudad, se cree que los bañistas entrarían por un acceso monumental que habría desde el Foro de la ciudad (en el subsuelo de la actual Plaza de la Generalitat). Con estas características, y sus grandes dimensiones, podemos entender la importancia y auge que tuvo Allon después de que el emperador Vespaciano en el año 74 d. C. la declarara municipium. Su territorio abarcaba la totalidad de la actual Marina Baixa y dento de él había aldeas y villas, residencias señoriales como la del Albir o la de La Pila en Altea.

Pero estas Termas para La Vila Joiosa han sido más que un importante hallazgo arqueológico, han significado la prueba de que Allon, la cuarta y última ciudad Romana de la provincia de Alicante, está en el subsuelo del centro urbano de la ciudad. En la actualidad están tapadas y se está a la espera de ejecutar el próximo año el Plan Director de Restauración y puesta en valor.

Torre de Sant Josep

Muy cerca del Mediterráneo, casi en su orilla, en la Playa del Torres, descubrimos la Torre de Sant Josep. Un monumento funerario dedicado a Lucio Terencio Marcino que se construyó entre el año 150-170 d.C. y que es la mayor de las tres torres funerarias romanas conservadas en España. En 1543, cuando los corsarios berberiscos destrozaron las murallas de la ciudad, se desmontaron las piedras de la parte superior para reconstruirlas. Afortunadamente algunos sillares se quedaron por el camino y gracias a ellos se supo cómo era la torre original y se restauró.

La torre era totalmente cerrada excepto unos orificios en dos de sus caras para hacer libaciones, ofrendas de vino para revivificar al difunto.

Los romanos enterraban a los lados de la calzada para que cuando alguien pasara por allí los recordara. Pero esta torre no se construyó para ser contemplada desde una calzada sino que está en un talud cerca de la ‘autopista’ de la época, el Mediterráneo. Así todos los que navegaban por el Mare Nostrum veían claramente la torre y recordaban a Lucio Terencio.

La torre estaba rodeada de un murete que contenía uno de los mayores recintos funerarios romanos conocidos en Europa. Este recinto tenía pedestales con estatuas y un jardín con plantas relacionadas con el más allá. En la actualidad se ha recreado este jardín alrededor de la torre con las plantas que originariamente se podrían allí localizar, como son rosa roja, laurel, vid, hiedra, mirto, lavanda ciprés y acanto. El jardín recibe el nombre de Elaine Evans, mecenas de la restauración del monumento.

Bou Ferrer

A mediados del siglo I d.C partió de un puerto cercano a Cádiz, dirección Roma o Narbona, un gran velero comercial, de 30 metros de eslora, cargado con 2500 ánforas llenas de salsa de pescado y lingotes de plomo propiedad del emperador Nerón. Durante la travesía los tripulantes tuvieron un problema y decidieron acercarse al último puerto de la península que encontraban en su trayecto, el puerto de Allon. Sin embargo no lo consiguieron y a escasas millas de la costa naufragaron. Ahí durmió en silencio durante más de dos mil años, hasta que en el año 2001 dos buceadores de La Vila Joiosa, Antoine Ferrer y José Bou, lo descubrieron.

El Bou Ferrer es la mayor nave mercante romana en excavación en el Mediterráneo. Su profundidad, 25 metros, asequible para los buceadores y su buenísimo estado de conservación hizo que desde el primer momento se pusieran en marcha iniciativas de protección y estudio.

Anualmente se realizan campañas de excavación para seguir investigando la nave e ir descubriendo nuevos datos de su historia. El buen estado de la madera ha permitido conocer hasta la técnica de fabricación. Se han recuperado hasta algunos sarmientos que protegían las ánforas para que no se golpeasen entre sí, también se ha encontrado la llave de la despensa y algunos utensilios de cocina de los tripulantes.

Durante las campañas de excavación se permiten visitas subacuáticas, no aptas para todos los públicos ya que para poder acceder a ellas hay que disponer de determinados carnets y niveles de buceo pero es, sin duda alguna una experiencia que vale la pena vivir. Además las visitas subacuáticas son totalmente accesibles para personas con movilidad reducida.

En Vilamuseu, museo y sede de la Red de Museos y Monumentos de La Vila Joiosa, hay un Centro de Interpretación del Bou Ferrer que nos permite ver y tocar los lingotes de plomo y las ánforas, además de otros objetos que también estuvieron dormidos durante dos mil años en el interior de este mercante romano en el fondo del Mediterráneo.

Fosa Fastigata

Si al pasear por el centro de La Vila Joiosa encuentras un medallón de bronce con la palabra Fossa (y lees esta palabra en sentido correcto) significa que estás dentro de la zona que ocupó un Campamento militar romano de la Guerras Sertorianas que tuvieron lugar entre el año 83 y 72 a.C.

El eje de la trinchera de protección que rodeaba el campamento, la Fossa Fastigata, está marcado con medallones de bronce en el suelo.

La fosa tenía unos 2 metros de ancho por 2 de profundidad, cuando se levantó el campamento esta trinchera se rellenó con trozos de adobe, posiblemente de las casas-cuarteles provisionales que se construían para resguardarse durante el invierno.

Durante esta época no se combatía, y los soldados se atrincheraban de manera provisional cerca de una población ibérica. En el caso de La Vila Joiosa los soldados controlaban la entrada a la ciudad y el puerto, dos puntos de comunicación clave para el transporte de mercancías y víveres.

Era un campamento romano para 500 hombres y fue el primero que se descubrió en la Comunitat Valenciana, así como uno de los escasos descubrimientos de contiendas bélicas de la época.

Vía Lucentina

¿Te apetece andar por el mismo camino por el que paseaban los romanos del siglo I d. C. de la ciudad romana de Allon? Pues en La Vila Joiosa lo puedes hacer. Se trata de un tramo de casi diez metros de la Vía Lucentina, el camino que unía hace dos mil años el importante puerto de Allon con Lucentum, y por el que podemos pasear como si fuésemos romanos.

Este tramo de ‘Via Lucentina’, esta ‘autopista` de la época de Vespaciano, se conservaba en perfecto estado a 1,5 metros por debajo del suelo actual. Se ha recuperado piedra a piedra, a la altura de la calle actual para que puedas disfrutar de una calzada romana en su estado original, y además situada en la posición y orientación exacta.

La vía tiene una anchura de 14 pies romanos, es decir 4,20 metros, espacio suficiente para dos carros en paralelo.

Este camino es uno de los remodelados por los ingenieros romanos a mitad del siglo I d.C., después del crecimiento de la ciudad al otorgarle la categoría de municipium. Los técnicos romanos buscaban siempre las líneas rectas y se construían de una manera similar a la actual: rebaje del terreno, muro de contención a un lado para evitar la erosión de la lluvias, un nivel de tierra apisonada y una capa compactada de piedras, de cantos rodados, para poder caminar sobre ella.